Costa Salguero y la ciudad a escala humana
por Federico Poore (*)
Uno de los grandes consensos de este siglo en torno a las cuestiones urbanas es la necesidad de producir una ciudad a escala humana. Este concepto, desarrollado por el arquitecto danés Jan Gehl, fue incluso adoptado como uno de los “compromisos de gobierno” de la actual administración.
¿Qué es una ciudad a escala humana? Una idea que sostiene que buena parte de la socialización y del disfrute en la ciudad se produce en un entorno con edificios de dos pisos o dos pisos y medio, y no con un modelo de torres altas que choca con el modo en el que las personas realmente usan y aprovechan el espacio. Dice Gehl: la “vida entre edificios” sólo es posible cuando los habitantes tienen un campo de visión que no se ve obstaculizado por grandes construcciones y cuando se edifican lugares que hacen que las personas no se sientan disminuidas. (1)
Lo primero que podemos decir, entonces, es que la actual administración no leyó bien a Gehl o, peor aún, que incumple los propios términos de sus compromisos de gobierno. Les pido que revisen los renders del concurso ganador. Una “ciudad a escala humana” no es caminar entre torres de 29 metros de altura.
El problema central del proyecto de rezonificación es el sector 5 que prevé la construcción de una hilera de edificios con viviendas de lujo. Nadie puede alegar que las personas capaces de comprar estas unidades lo vayan a utilizar como única vivienda. Por el contrario, podemos suponer, razonablemente, que el destino de esas unidades será el mismo que el de muchos departamentos de Puerto Madero. Los invito a acercarse a Madero Este cualquier día de la semana a ver cuántos departamentos creen que están ocupados, cuántas personas asomadas a los balcones, cuánta gente viviendo. Este proyecto construye y ofrece el suelo urbano como una reserva de valor para el sector más pudiente de la Argentina, que compra las vistas más lindas de la ciudad a expensas de taparle esa misma vista al resto de la población con edificios de nueve o diez pisos.
Esto tiene que ver con otro problema del modo en el que se vive la ciudad, y es que con tanta primacía de “viviendas de categoría” las áreas entre edificios no terminan siendo públicas. Ya pasa en sectores de Puerto Madero, donde los espacios comunes terminan colonizados por los propietarios y donde la seguridad privada se arroga funciones de fuerza pública.
En 2018 entrevisté a la socióloga Saskia Sassen, invitada por el entonces Ministerio de Desarrollo Urbano de la ciudad, y me advertía: “muchos de los espacios que creemos públicos terminan siendo en realidad privados”. (2) Sassen, una de las mayores especialistas en ciudades del mundo, decía que en esos acuerdos donde la promesa es el fastuoso edificio de viviendas o de oficinas pero a cambio se cede un espacio público “a la larga ganan los privados”. (3)
En la primera jornada de audiencias, Gabriel Lanfranchi, consejero coordinador del Plan Urbano Ambiental, agregó que era fundamental que las viviendas a construir “no terminen siendo únicamente para la elite” y pedía una intervención concreta para garantizar una mixtura social que hoy por hoy no aparece en la iniciativa. Entiendo y comparto el concepto de “vigilancia pasiva” que se intentó utilizar para justificar la propuesta, pero las viviendas de lujo al río, a menudo semi-vacías y utilizadas como instrumento financiero de atesoramiento, no cumplen con ese requisito.
Durante muchísimo tiempo, la Ciudad erigió una barrera urbana que separaba a la ciudad del Río de la Plata. Treinta años hubo que esperar para que terminara una concesión que consagraba esa cicatriz urbana y ahora, cuando finalmente se tiene la posibilidad de pensar un buen proyecto desde cero, se consolida esta división con una hilera de torres de diez pisos sobre la Rafael Castillo que repite el mayor error urbano de Buenos Aires: una ciudad de espaldas al río. Con el agravante de que se trata de una venta, donde (a diferencia de una concesión) se le entrega el suelo a un privado para siempre.
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Mi propuesta superadora no es “no hacer nada”: entiendo que el dejar hectáreas y hectáreas sin servicios ni usos mixtos no va a alentar el uso intensivo de este parque para el disfrute de las grandes mayorías, de día y de noche. (De hecho, coincido con el argumento de que la infraestructura acerca a las personas a los espacios públicos, y no me opongo a la idea de ofrecer y desarrollar espacios puntuales de entretenimiento y gastronomía operados por privados que respeten un plan mayoritario de acceso público al río.) Pero aquí lo que se discute es el proyecto aprobado en primera lectura y ese proyecto tiene enormes problemas en el sector 5, por lo que insto a cada uno de los legisladores que revisen sus posiciones en la segunda lectura. (4) Quizás sea hora de archivar este proyecto y discutir una nueva iniciativa, compatible con la idea de una ciudad a escala humana en línea con los propios compromisos de gobierno de esta administración.
(*) Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y maestrando en Economía Urbana por la Universidad Torcuato Di Tella. Discurso de intervención en las audiencias públicas en torno al proyecto de rezonificación de Punta Carrasco — Costa Salguero.
Notas
(1) Gehl, Jan. Cities for People, Island Press, 2010 [Hay versión en español: Ciudades para la gente, Infinito, 2014]
(2) Poore, Federico. “Saskia Sassen: ‘Many of the spaces we believe to be public are privately owned’”, Buenos Aires Times, 29 de septiembre de 2018. [Hay versión en español: “Muchos de los espacios que creemos públicos son privados”, Café de las Ciudades, octubre de 2018]
(3) Resulta difícil creer en la promesa del 74 por ciento del “espacio público parquizado” del sector 5. El motivo es sencillo. Ya conocemos la forma tramposa con la que el Gobierno de la Ciudad computa esta clase de lugares, contando como “espacios verdes” a las plazas secas, los techos alfombrados con pasto, las paredes con enredaderas. Nada hace suponer que esta proporción se vaya a respetar, o que el privado no termine disfrazando de verde espacios que no lo serán.
(4) El 8 de octubre, mientras su bloque UCR-Evolución votaba a favor, el legislador Martín Ocampo reconoció en su discurso que los representantes del bloque tenían “posiciones distintas [sobre el proyecto] en temas que nos parecen importantes”. Apelo a la coherencia o a la honestidad de los integrantes de ese espacio ahora que quedó claro que, además de sus propias dudas sobre el proyecto, continúan apareciendo cuestionamientos conceptuales a la iniciativa.